martes, 3 de diciembre de 2013

Alguien tiene que ceder



Por: Tobías Cruz

En esta entrega, dejaré atrás la política mexicana para contarle a mi estimado lector una historia un poco hilarante y común entre un atacante incisivo y despiadado.
Sufrí un atentado sin perdón, acción que me hizo pasar unos momentos de desesperación, desconsuelo y entrega.
Llevaba dos días sin poder dormir por los calores que agobiaban mi descanso. Dormitaba pero no lograba descansar.
La tercera noche, ya con el cansancio dominando la cordura decidí tomar las riendas y sin contar borregos dispuse lograr un sueño reparador.

Lo estaba logrando, cuando de pronto un zumbido con el estruendo de un misil se acercó a mi rostro y comenzó a reconocer el territorio en donde aterrizaría.
Un moscón negro y supongo que de una nueva especie. Su zumbar era tan penetrante e insistente que me obligó a despertar, prender la lámpara del buró y buscarlo para aplastarlo y dejar a mi cuerpo, mente y alma pausar. 

 

Pasaron alrededor de cuarenta minutos. El animalejo había desaparecido. Apagué la luz y cerré los ojos. En el instante que comencé a lograr el tan ansiado objetivo, la pesadilla reapareció.

Con desesperación traté de esperar a que se estacionara en un lugar donde lo pudiera percibir para, de un manotazo, acabar con su vida dedicada a mi desazón.

No lo logré. Prendí nuevamente la luz y lo esperé por dos horas. Decidí prender el televisor, mismo que solo sintoniza los canales de televisión abierta. Tomé un curso de CV Directo y sus "maravillas" que te dejan sano, fuerte, joven y bello en semanas. Y sí no te devuelven tu dinero.

Imaginé que aquel arácnido que semanas atrás bajo del candil central de mi habitación, había cumplido su objetivo de vida, atrapar al insecto, alimentándose o almacenarlo para luego. 


No fue así. Con la encomienda a todos los santos, mis peticiones no fueron escuchadas. Me tapé con las sofocantes ropas de cama para dejar un mínimo hueco a fin de poder respirar. Él, el malvado, logró acceder a mi rostro despertando mi furia y desesperación.

Eran las 4:00 de la mañana. Tres días sin dormir, me resigné. Cedí. Volví a construir una madriguera pero esta vez, con el brazo por fuera permitiendo al hambriento ser llevarse al organismo insectívoro un festín de sangre dulce y azucarada.

Pude descansar unas horas. Alguien siempre tiene que ceder. Permitir que los demás tomen una parte de nosotros.

Cuando de antemano sepas que hay una alta posibilidad de entregar sin quererlo algo, no realizar luchas tercas es lo mejor. Cuando hay que dar, hay que dar.

Al día siguiente adquirí una dotación de plaquitas de insecticida.
Pude descansar.
Hoy soy Feliz. 

MAMITIS



Por: Psic. Esther Guadarrama Benavides


La gran ganancia de la edad adulta es la independencia, palabra que conlleva, para comenzar, el hecho de haber ganado una identidad, es decir, saber quiénes somos pudiendo diferenciarnos de nuestra familia nuclear (padre, madre y hermanos) determinarnos más allá del entorno y delimitando lo que soy de lo que no soy. En este sentido, el tema principal es la responsabilidad de nuestros actos y sobre todo la responsabilidad sobre nosotros mismos. La independencia física, es decir, dejar de vivir en la casa paterna es sólo la manifestación física de un movimiento emocional que se dio mucho antes. Es sólo la cáscara de un proceso de maduración mental y emocional. Al menos en teoría así debería funcionar.



¿Pero qué sucede cuando un hijo sale de casa, pero la casa no sale de él? Este sí que es un problema, porque la distancia física no es el resultado de batallas ganadas en madurez, sino una travesura, puesto que se sigue manteniendo el cordón umbilical, sobre todo de los hijos con las mamás, lo que comúnmente denominamos “mamitis”. Este proceso tiene su historia, obedece a una relación insana entre madre e hijo, que psicológicamente denominamos Complejo de Edipo no resuelto. El Edipo en el sentido en el que Freud lo planteó, es el enamoramiento natural que tiene el niño con su madre; éste sirve para identificar a la figura materna como la primera representante de la figura del sexo opuesto, lo que ayudará a definir en el futuro la preferencias sexual y el desarrollo de la identidad. Y por otra parte, busca la conciliación con la figura de su propio sexo. Sin embargo, cuando la figura paterna se encuentra ausente ya sea física o emocionalmente, la figura materna tiene una tendencia a volcar todo su interés, anhelos y amor hacia su hijo, quien al no poder resolver adecuadamente el Edipo, se queda fijado en él, cuidando a su mamita querida y linda. 


Esta fusión de las figuras genera por un lado, que el hijo no pueda por preocupación separarse de su madre, quedando la idea fija de que la madre es una víctima de las circunstancias. El niño suple entonces a la figura paterna ausente y se convierte a temprana edad en el “hombrecito de la casa”, lo que no es una tarea fácil, puesto que requiere estar todo el tiempo bajo la vigilancia, cumpliendo los deseos y caprichos de la figura materna. Por añadidura, hay un conflicto con la figura paterna, ya sea que haya una ausencia física o emocional de dicha figura, o en el último caso, que la distorsión afectiva de la figura materna no permita que la figura paterna realmente se encuentre presente. Sea como fuere el caso, el asunto es que el niño queda atrapado bajo el “supuesto cobijo” del amor materno, negándosele el acceso hacia la figura paterna. Bert Hellinger le denomina lealdad, que es mayor que la lealtad; la lealdad supone una alianza insana con una figura de autoridad primaria (padre o madre) que sella un acercamiento incondicional. De esta forma por lealdad, el niño se queda con su mamá negando a su papá.

Es importante puntualizar que el niño requiere de su figura paterna para poder plantear su propia masculinidad. Requiere ser visto por su papá y verlo para identificarse con él; de lo contrario, no existe esta figura de identificación y no cuenta con un modelo real a seguir.  En este sentido, la madre tiene todo que ver, puesto que ya sea que la figura paterna abandonó el núcleo o la madre lo corrió, el hecho es que no hay un padre para el niño, y por lo tanto, es la madre quien emocionalmente castra al niño, es decir, lo imposibilita a ser un hombre en toda la extensión de la palabra.

Nos encontramos entonces con un niño desprovisto de padre, que queda atrapado en el cuerpo de un adulto, cumpliendo la función social de salirse de la casa materna, pero que no cuenta con las herramientas para hacerlo. De tal suerte, que como mencioné anteriormente, él sale de su casa, pero su casa no sale de él. De manera más concreta, es imposible que tenga una pareja y una familia, puesto que ya tiene pareja, su madre; digamos que es una situación emocionalmente incestuosa. Y en el terreno de las emociones, dos personas no pueden ocupar un lugar al mismo tiempo. Además de esto, cuando un hijo ocupa la jerarquía de padre, a lo que denominamos hijo parental, es entonces padre de sus hermanos, pareja de su madre y no puede en realidad formar su propia familia; está imposibilitado a hacerlo.

Será entonces un padre ausente como lo fue su padre, tendrá necesidad de suplir las carencias de su familia de base, antes que las de la familia que ya formó y trastocará toda la jerarquía completa. Por parte de su pareja, tendrá muchas reclamaciones que por supuesto se encuentran como dirían los abogados, fundadas y motivadas. Y los hijos vivirán la ausencia del padre, una difícil de conciliar, porque es más fácil idealizar a la figura que no está presente u odiarla por el abandono, pero ¿cómo acomodas la ausencia de un padre que físicamente sí está? De esta forma podemos ir en un hilo de generación tras generación de ausencia de figura paterna ¿y cómo se suple? No existe una forma determinada de suplir la figura, sólo se compensa un poco, a veces por el buen camino con figuras complementarias como maestros, tíos, abuelos; pero la mayoría de las veces con adicciones y otras conductas autodestructivas.

Ojalá que las madres seamos más conscientes del daño que le hacemos a nuestros hijos, porque el regalo más grande que podemos dar a los nuestros, es enseñarles a ser y dejarlos que sean felices, libres, que puedan formar su propia familia, que vayan llenos de herramientas emocionales dadas con nuestro ejemplo; libres, para que extiendan sus alas, las usen y vuelen alto, sabiendo que siempre pueden regresar a casa, no a una jaula que los aprisiona, coarta toda su independencia, los castra y los limita a ser seres infelices, divididos, incompletos. Porque no sólo se trata de que nuestros hijos estén bien alimentados y cuidados, sino que tengan las herramientas emocionales para vivir y ser independientes, fuerte y felices. Ojalá que no sea sólo con nuestra muerte, que nuestros hijos puedan ser libres y vivir en paz.

guadarrama_esther@yahoo.com.mx

EL SÍNDROME DE LA ABUELA MALVADA



Por: Psic. Esther Guadarrama Benavides


Hay abuelas maravillosas que han llenado los hogares de amor, figuras conciliadoras que sólo tienen palabras de aliento; a ellas mi mayor respeto y admiración.


Escalones abajo se encuentra la típica suegra que, cuidando a su pobre querubín, considera que la nuera es la bruja más bruja que jamás se pudo conseguir su inmaculado bebé. Sin embargo, todavía es posible lidiar con esta figura que suele hacerle la vida de cuadritos a la odiada nuera, quien ha desplazado a la suegra del palco, a las gradas, del corazón de su hijo.

La abuela de la que quiero hablar se encuentra a años luz del modelo anterior; se ubica en la antesala del seol, sacada de la lúgubre mente de Allan Poe. Comencemos a perfilarla: es la historia de la madre que nunca fue una buena madre, no fue atenta, ni cariñosa, ni mucho menos tuvo una presencia amorosa;  fue una madre que cumplió su papel en el terreno de brindar una casa limpia, alimentación y exigentes límites de conducta. Pero en muchas ocasiones agredió a su hijo indirectamente, con el lenguaje despersonalizado y ajeno del que refiere a los demás como pertenecientes a otra raza, verbalizando cosas como “qué triste es tener un hijo malagradecido”. Aquella figura materna que en ocasiones conspiró en contra del hijo, diciéndole al padre algo negativo, algo que encendiera su furia, porque la relación del hijo con el padre era una diferente, era cercana, amorosa, de total entendimiento. Y en esto podríamos hacer varias interpretaciones, desde hablar de los celos, hasta de un enojo por la presencia del hijo. De cualquier modo, es importante decir que el lazo del hijo con la figura materna, nunca fue uno sólido, siempre uno que  requiriera un calzador para ajustar.

Seguramente si seguimos el rastro en la historia de la madre, fue en sus orígenes, una niña o ignorada o mimada, polaridades que significan lo mismo; puesto que tan agresivo es el que nos ofende con su indiferencia, como el que nos envía el mensaje encubierto de nuestra incapacidad para hacer las cosas, haciéndonos todo. Finalmente en este origen de niña maltratada, crece sin esta conexión entre madre e hija, y por lo tanto, no puede establecer con su propia hija o hijo este vínculo materno.

La madre poco amorosa,  sufre una mutación cuando se le solicita el cuidado a los nietos, se convierte en la abuelita más linda, abnegada y solícita que nos podamos imaginar. Esta abuela cuida a sus nietos como si se tratara de sus hijos biológicos, pero a destiempo, ya que no es ni la forma ni el tiempo de tomar esas actitudes; tal vez sea la culpa o simplemente que su reloj se encuentra fuera de ritmo; el hecho es que la súper abuela sale al rescate de los nietos y los defiende de todos, lo que incluye los propios padres del nieto.

Se convierte en una abuela empoderada, revestida de afecto y cariño, olvidando su papel de auxiliar, de apoyo, de consuelo, y se transforma en súper mamá. Porque es así como se ve desde el exterior. Esta abuela, comienza a confundir a sus nietos; los niños ya no la llaman abuela, sino mamá “y su nombre de pila”, generando un lazo afectivo con los niños, ahulado de complicidad. Comienzan así los choques de autoridad, la dificultad para mantener una línea de mando y límites con los niños;  hace que los pequeños se refugien en la adorada abuela. La abuela súper heroína protectora, distorsiona la imagen de lo adecuado en los menores, les hace ver que su voluntad es una sacra que debe ser respetada por todos, les demuestra que los padres son unos exagerados e irresponsables que sólo saben gritar, pero no cuidarlos.

Estas actitudes van in crescendo, como una enfermedad degenerativa, y la desvirtuación de la realidad llega a tal punto, que las encontramos en los juzgados peleando por las custodias de los nietos.

En niveles muy avanzados, convence al hijo o hija de que la esposa o esposo son malos, son una influencia negativa para los niños, promueven como orquestadoras los divorcios, se encuentran todo el tiempo en los juzgados brindando su apoyo incondicional y, por supuesto, se quedan a cargo de los nietos. Convierten todas sus acciones en una campaña de desprestigio de la contraparte; no sólo con el hijo o hija, sino con el nieto. Tal vez tendríamos  que considerar además de la alienación parental, la de la abuela. Ésta es una máquina malévola productora de mentiras, chantajes, que infunde miedos falsos, creadora de realidades paralelas. Es tal la influencia y el poder de convencimiento que ejercen estas abuelas, que son imparables e implacables; los hijos ya no saben qué es verdad y qué es mentira. Pero recordemos, el hijo o hija siempre fue maltratado por esta madre, así que ahora la madre mala se convierte en madre benefactora, lo que cambia completamente el esquema, porque ante la falta de afecto del hijo, éste no puede más que doblegarse a los designios de su niño interior que le dice, “ves, mi mami sí es buena”. Bandera con la cual se obedece a esta “madre buena” y preocupada por su hijo y por supuesto, por la luz de sus ojos, su nieto.

Este síndrome de la abuela malvada, que no podría decirlo de otra forma, porque comprende una serie de signos y síntomas muy específicos, con etapas de desarrollo y un proceso degenerativo comprobable, es un asunto preocupante, porque constituye un factor de riesgo para los hogares, y  desprotege a los más desvalidos, los niños, aquellos que sólo tienen la oportunidad de confiar su cuidado a los adultos. Los más manipulables, pero que al final del camino, sufrirán todas las consecuencias de nuestros actos.


No podemos entonces ser el hijo que se deja manipular por una madre mutante; no podemos dejar a los nuestros bajo la responsabilidad de alguien que sabemos por experiencia de vida, no es la persona más apta para el cuidado de los niños; nos consta, ha sido nuestra madre, y no podemos tener el pensamiento mágico de que las personas cambian por generación espontánea.

Sí, es cierto, estas abuelas que hoy muestro fueron niñas maltratadas; es cierto que requieren de amor y de cuidado, pero también es cierto que no podemos exponer a los niños a sus dolores, sus carencias y mucho menos a sus ponzoñosos venenos. Seamos adultos, maduremos, crezcamos, entendamos que si elegimos a nuestra pareja, fue por algo; si elegimos hacer nuestra propia familia, somos enteramente responsables de ella. Y con esto no quiero condenar a todas las abuelas, porque como siempre, en la viña del Señor hay de todo.

Amores y halagos para las abuelas que se mantienen en su papel de abuelas, y distancia para aquellas abuelas malvadas, que fueron niñas maltratadas, pero que olvidaron que el tiempo pasó, que crecieron, y  desde hace mucho tiempo era su responsabilidad la auto-sanación.


guadarrama_esther@yahoo.com.mx

jueves, 23 de mayo de 2013

La Compañía de Jesús, su aportación a la historia de la humanidad y el por qué de un Papa jesuita




Por: Joaquín R. Ríos D. Falcón

Papa Francisco
Tal vez a muchos les sorprendió que el humo blanco arrojara al Cardenal Mario Bergoglio de extracción jesuita, como nuevo Pontífice de la Iglesia Católica. Otros lo ven como un encuentro ineludible, de los jesuitas con la historia. Si bien en la historia de la iglesia hubo muchos Papas cercanos a la Compañía de Jesús, hubo otros que minimizaron, castigaron, expulsaron o suprimieron la Orden.
La  Compañía de Jesús en sus 472 años de existencia tiene una lista interminable de jesuitas ilustres e historias sorprendentes, que para poder entender su actual cita en el Vaticano, es necesario rascar en el pasado y hablar de las aportaciones que algunos de ellos han hecho a la historia de la humanidad.
No se puede hablar de la Compañía de Jesús sin hablar de Ignacio de Loyola, fundador de la Orden y creador de una espiritualidad hasta hoy vigente. Su familia era de origen noble,  destinado a la carrera militar. Carrera que termina justo en la misma batalla en la que comienza, por obra de una bala de cañón que le destroza una rodilla. Punto neurálgico en su vida que marca el inicio de su conversión: del abandono de la vida mundana basada en la búsqueda de riqueza, prestigio, vanidades y banalidades (nada alejado de nuestra actual realidad), al camino de una espiritualidad profunda. Su recuperación va de la mano con su conversión; orillado a leer sobre los santos pues no había libros de caballerías en el castillo. Ineludible fue su encuentro con Francisco de Asís, aquel que 331 años antes funda la orden Franciscana y cuya conversión, junto a la de otras vidas de santos, inspira a Ignacio. Loyola desarrolla los ejercicios espirituales que se le revelan como el arma más poderosa y la aportación más significativa de una espiritualidad nunca antes vista, innovadora y vigente hasta nuestros días.
San Ignacio de Loyola
Francisco Xavier
Francisco Xavier, otro fundador de la Compañía y que en total sumaron diez, ha sido uno de los más grandes soldados de Cristo. Ignacio en su conversión le dice “¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo si al final pierde su alma?”. Loyola, como modelador de hombres, comentó que Francisco Xavier fue la más difícil pasta que haya manejado jamás y los ejercicios espirituales su arma letal. En 1542 llega a Goa y posteriormente misionó en  Japón en donde su labor de evangelización fue insólita. De este acto se sirvió Dios para tomar posesión de la cuarta parte del mundo como misionero. Francisco Xavier predicó, bautizó, dio socorro a los leprosos y pastoreó almas. Su peregrinar por las calles de Goa tocando una campanita para convocar a sus feligreses, se convirtió en algo común. Sin afán de exagerar se dice que bautizaba a miles diariamente.
Desde su fundación, los jesuitas fueron ganando un prestigio no contemplado de origen  para ellos en el área de la educación. Esto marcó el inicio del primer sistema educativo en la historia que adoptaba la educación formal como ministerio de significativa importancia. Muchos colegios y universidades florecieron desde aquel entonces, tal es el caso del Colegio Romano fundado en 1551 y conocida hoy como Universidad Gregoriana, la universidad católica más antigua de Estados Unidos, la Universidad de Georgetown, en Washington
Universidad de Georgetown, Washington D.C.
D.C. fundada en 1789 por el ex jesuita y Obispo John Carroll, entre muchas otras. Además, los jesuitas pueden presumir el desfile en sus aulas de alumnos como Gregorio XV, primer Papa formado por ellos, René Descartes, Molière, Voltaire, Cervantes, Quevedo, San Francisco de Sales, José Ortega y Gasset, Antoine de Saint-Exupéry, Charles de Gaulle, Vicente Huidobro, Alfred Hitchcock, Fidel Castro, James Joyce y el Subcomandante Marcos entre muchos otros pasaron por las instituciones educativas jesuitas. La Compañía de Jesús actualmente tiene presencia educativa en 69 países en todos los niveles educativos. Son plataformas que cuidan del crecimiento del ser humano y su dimensión trascendente y creyente, desde la espiritualidad ignaciana.
El Principito, novela de Antoine de Saint-Exupéry
Las más grandes aportaciones que la Compañía de Jesús ha hecho a la historia del mundo, vienen de sus misiones. Cuyo voto promete ante Dios todo jesuita: “Iré a cualquier parte que Su Santidad disponga, sea entre fieles o entre infieles, sin aducir excusa ni reclamar viático alguno, para cualesquiera asuntos de devoción a Dios y prosperidad de la religión cristiana”. El jesuita Matheo Ricci en 1595 modificó la forma de actuar de los jesuitas en China. En lugar de convertir a los pobladores a una extraña cultura europea, radicalizó una estrategia de “aculturación”, que consistía en asimilarse ellos mismos a la cultura de los pueblos que los recibían. Benedetto de Goes en 1604 en su misión resuelve el misterio de Catay, al explorar y descubrir que esas comunidades cristianas a las que los jesuitas querían llegar y cuyo antecedente estaba en el imperio de Marco Polo, era el mismo que los europeos del siglo XVI ya llamaban China. La historia del gran Galileo Galilei converge con la del jesuita alemán Christopher Clavius, un  astrónomo quien le dio al italiano su primer puesto docente. Con las publicaciones de Galileo, Clavius juntó a sus estudiantes de clase magistral  de astronomía y publicó un texto en donde respaldaba los conocimientos y cálculos del italiano, pero
Galileo Galilei, el padre de la ciencia moderna
nada pudo hacer por Galileo al morir poco tiempo después. Clavius deja el calendario gregoriano como legado, pues el Papa Gregorio XIII en 1582 le encomendó que encabezara una comisión para estudiar el problema que presentaba el fallido calendario juliano. Athanasius Kircher hizo demostraciones tempranas de pirotecnia y óptica, creó artefactos como el “órgano matemático”, el “reloj botánico” y el oráculo magnético”. Era el receptor de los descubrimientos geográficos, culturales, botánicos y zoológicos, de los misioneros regados por el mundo. Su mentalidad planetaria le llevó a proponer  en 1671 un reloj mundial que sincronizó la hora de los colegios jesuitas en todo el mundo mediante observaciones de los satélites de Júpiter. Roberto de Nobili jesuita de 28 años, realizó en Madurai un atrevido experimento de asimilación cultural. Adoptó el régimen austero y la disciplina de un religioso “que lo abandona todo”: un sannayasi. Fue el primer europeo que consultara a fondo los Vedas y el primero que llegó a dominar el idioma clásico de la India hindú: el sánscrito. Fue  seguramente el primer tratado teológico escrito por un europeo en un idioma de la India.
Durante el siglo XVII mucho ayudaron las misiones jesuitas al respeto y desarrollo de los pueblos guaraníes al considerárseles raza inferior. Esto implicó ganarse la confianza de los naturales, donde había un equipo jesuita que trabajaba con una tribu para construir un pequeño asentamiento, llamado reducción, por la aspiración que se tenía de “reducir” las tribus seminómadas a viviendas permanentes. El jesuita criollo Antonio Ruiz de Montoya redujo docenas de dialectos dispares a un idioma guaraní estándar unificado. Ésa vino a ser la base de uno de los pocos idiomas indígenas formalmente reconocidos hoy como nacionales en la América Latina. Nicolás Yapuguay, con sus sermones y comentarios, fue el más famoso de los autores en lengua guaraní. José Anchieta elaboró gramáticas del tupí y el guaraní. La descripción de las distintas lenguas de América Latina por los jesuitas sigue siendo hoy la base de la categorización lingüística del Continente.
El jesuita Eusebio Kino, muy nombrado y conocido en la península de Baja California, con sus exploraciones en el siglo XVIII concluyó que California no era isla, sino una península en la provincia de México. Francisco Xavier Clavijero contribuyó mucho a desarrollar el clima cultural que con el tiempo daría lugar a las ambiciones de independencia de los pueblos de Latinoamérica.
Toro Sentado
El Concilio Vaticano I en el siglo XIX fue de gran trascendencia y discutido hasta la saciedad, en donde los jesuitas ejercieron una considerable influencia con Johann Franzelin, teólogo del propio pontífice y del General de la Compañía Pieter Beckx. Peter de Smet fue un jesuita que tuvo tratos con Toro Sentado en las negociaciones entre varias tribus y las autoridades de Estados Unidos.
Para el siglo XX jesuitas como Pierre Teilhard de Chardin, poco impresionado por las conclusiones espectaculares de Charles Darwin, tomó prestados los conceptos y la fraseología de esta hipótesis de la evolución, para así hacer la sugerencia del cristianismo como un proceso evolutivo. Planteamiento que le valió cuestionamientos por parte de Roma, aunque en el presente han sido aceptados. Karl Rahner es considerado como uno de los teólogos más prolíficos e influyentes del siglo XX, influyó al Concilio Vaticano II por sus obras en donde plantea trabajos sobre la gracia, teología pastoral, los sacramentos, espiritualidad y su concepto de los "cristianos anónimos". Pero lo más acertado en el Concilio fue su vínculo con el deseo de reformar la iglesia en sus ritos y su liturgia, así como el de dejar establecida una función nueva y más llena de contenidos para el laicado católico. El jesuita Luigi Taparelli d’Azeglio tuvo una destacada participación en la encíclica Rerum novarum, del Papa León XIII. Esta encíclica procuró responder al gran impacto revolucionario del capitalismo y de la industrialización.
Durante el Generalato del jesuita Pedro Arrupe entre 1965 y 1983 la Compañía pone gran énfasis en los temas de la promoción de la justicia social e inculturación del evangelio. La Compañía inicia un proceso de fe al compromiso en la promoción de la justicia en todos los ámbitos de la actividad humana. Esta apuesta por la justicia traería consecuencias mortales a varios jesuitas específicamente en Latinoamérica. Ignacio Ellacuría fue un gran defensor de la liberación del pueblo y de las mayorías populares, situación que le ganó la enemistad con algunos sectores financieros y militares. En 1989 fue asesinado en El Salvador, en su residencia junto con 5 jesuitas y dos mujeres más. En
Padre Alberto Hurtado trabajando la tierra
Chile, el jesuita Alberto Hurtado y su defensa de los pobres y los trabajadores, lo llevó a que los sectores más acomodados y conservadores de la sociedad y de la Iglesia lo apodaran cura rojo o cura comunista.
Por otro lado, el jesuita Jon Sobrino ha contribuido a la cristología, eclesiología y espiritualidad de la liberación, tan polemizada desde el vaticano. La amplitud y profundidad de la obra de Sobrino y el impacto que ha tenido la Teología de la Liberación hacen suponer que el debate sobre éstos y otros temas conectados permanece esencialmente abierto.
Es así como los jesuitas en este recorrido breve por su historia de más de 400 años, han hecho aportaciones en áreas como la espiritualidad, educación, ciencia, derechos y  dignidad humana. El 13 de marzo de 2013 con la elección de Jorge Mario Bergoglio, como el Papa Francisco, la historia le devuelve a la Compañía una de muchas aportaciones significativas que ha hecho a la iglesia católica. Pero esto no es un favor, ni mucho menos un merecimiento por lo realizado hasta antes del Cónclave. Se trata de otra misión, quizás la más grande misión con la que haya tenido que enfrentarse cualquier jesuita: La renovación de una iglesia católica en crisis y sedienta de respuestas humanizantes a temas delicados, urgida del encuentro con un Dios vivo a través de los demás. Sin duda, Francisco con la Compañía de Jesús tiene de donde echar mano para poder responder a esta misión. Pero sus mismas acciones a poco menos de dos meses de su elección, parece mostrarnos su apuesta por una iglesia incluyente, humilde, sencilla, que opta por los pobres y que pone nuevamente en el centro del mundo lo más valioso con lo que cuenta el ser humano: su dignidad.